Cantares 7: Expresiones de alabanza.
1 CUAN hermosos son tus pies en los calzados, oh hija de príncipe! Los contornos de tus muslos son como joyas, Obra de mano de excelente maestro.
2 Tu ombligo, como una taza redonda, Que no le falta bebida. Tu vientre, como montón de trigo, Cercado de lirios.
3 Tus dos pechos, como dos cabritos Mellizos de gama.
4 Tu cuello, como torre de marfil; Tus ojos, como las pesqueras de Hesbón junto á la puerta de Bat-rabbim; Tu nariz, como la torre del Líbano, Que mira hacia Damasco.
5 Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; Y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey Ligada en los corredores.
6 Qué hermosa eres, y cuán suave, Oh amor deleitoso!
7 Y tu estatura es semejante á la palma, Y tus pechos á los racimos!
8 Yo dije: Subiré á la palma, Asiré sus ramos: Y tus pechos serán ahora como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas;
9 Y tu paladar como el buen vino, Que se entra á mi amado suavemente, Y hace hablar los labios de los viejos.
10 Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.
11 Ven, oh amado mío, salgamos al campo, Moremos en las aldeas.
12 Levantémonos de mañana á las viñas; Veamos si brotan las vides, si se abre el cierne, Si han florecido los granados; Allí te daré mis amores.
13 Las mandrágoras han dado olor, Y á nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, nuevas y añejas. Que para ti, oh amado mío, he guardado.
Reflexión por Noemi Dominguez:
“Ninguno en campaña militar se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo alistó como soldado.” [2 Timoteo 2:4, Reina Varela 2015]. “Tarde o temprano, debes descubrir que no puedes complacer a todas las personas que te rodean todo el tiempo. Algunos de los que te oyeren te atribuirán motivos que ni siquiera soñaste. Algunos de ellos malinterpretarán tus palabras y acciones, haciéndolas completamente ajenas a ti. Así que es mejor que aprendas bastante temprano [en tu vida] que no debes esperar que todos entiendan lo que dices y lo que haces. [Eleanor Roosevelt]. Pronto en la vida descubres que no puedes agradar a todo el mundo, Así que la pregunta es, ¿a quién vas a agradar? Jesús agradó al Padre, por lo menos dos veces en Mateo lo repite: “Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” [Mateo 3:17 y 17:5, Reina Varela 1960]. En este capítulo leímos que ella declara: “Yo soy de mi amado, Y conmigo tiene su contentamiento.” [versículo 10, Reina Varela 1960]. Finalmente, la Sulamita encuentra su lugar y su propósito en la vida. No sigue buscando porque ha descubierto que su amado encuentra en ella su plena satisfacción. El amor de ella no es la búsqueda de su propia y egoísta felicidad, sino la de Él. Así es el genuino amor, el amor de Dios. Ni en pareja, ni en vida espiritual debemos buscar nuestra propia satisfacción sino la del ser que amamos y en el contentamiento de la otra persona encontramos nuestra identidad – a quien pertenecemos- y nuestra seguridad. Recuerdo de niña escuchar a mi padre en el piano y a mi tío cantar un himno que luego yo aprendí a cantar: “Ya pertenezco a Cristo, Él pertenece a mí, No solo por el tiempo aquí, Mas por la eternidad.”
Song of Solomon 7: Expressions of Praise.
1 How beautiful are thy feet with shoes, O prince’s daughter! the joints of thy thighs are like jewels, the work of the hands of a cunning workman.
2 Thy navel is like a round goblet, which wanteth not liquor: thy belly is like an heap of wheat set about with lilies.
3 Thy two breasts are like two young roes that are twins.
4 Thy neck is as a tower of ivory; thine eyes like the fishpools in Heshbon, by the gate of Bathrabbim: thy nose is as the tower of Lebanon which looketh toward Damascus.
5 Thine head upon thee is like Carmel, and the hair of thine head like purple; the king is held in the galleries.
6 How fair and how pleasant art thou, O love, for delights!
7 This thy stature is like to a palm tree, and thy breasts to clusters of grapes.
8 I said, I will go up to the palm tree, I will take hold of the boughs thereof: now also thy breasts shall be as clusters of the vine, and the smell of thy nose like apples;
9 And the roof of thy mouth like the best wine for my beloved, that goeth down sweetly, causing the lips of those that are asleep to speak.
10 I am my beloved’s, and his desire is toward me.
11 Come, my beloved, let us go forth into the field; let us lodge in the villages.
12 Let us get up early to the vineyards; let us see if the vine flourish, whether the tender grape appear, and the pomegranates bud forth: there will I give thee my loves.
13 The mandrakes give a smell, and at our gates are all manner of pleasant fruits, new and old, which I have laid up for thee, O my beloved.
Reflexion by Noemi Dominguez:
“No soldier on active duty entangles himself with civilian affairs, that he may please the enlisting office.” [2 Timothy 2:4, Modern English Bible]. “Sooner or later, you must find that you can’t please all the people around you all the time. Some of those who hear you will attribute to you reasons you did not even dream of. Some of them will misinterpret your words and actions, making them completely alien to you. So you’re better off learning pretty early [in your life] that you shouldn’t expect everyone to understand what you say and what you do. [Eleanor Roosevelt]. Early in life you discover that you can’t please everyone, so the question is, who are you going to please? Jesus pleased the Father, at least twice in Matthew repeats: “A voice from heaven said, “This is my Son, the one I love. I am very pleased with him.” [Matthew 3:17 and 17:5, Easy-to-Read Version]. In this chapter we read that she declares, “I am my beloved’s, and with me he has his contentment.” [verse 10, Jubilee Bible 2000]. Finally, the Shulamite finds her place and purpose in life. She does not keep searching because she has discovered that her beloved finds in her his full satisfaction. Her love is not the pursuit of her own selfish happiness, but His. Such is genuine love, the love of God. Neither as a couple nor in spiritual life should we seek our own satisfaction but that of the person we love, and in the contentment of the other person we find our true identity – to whom we belong – and our lasting security. I remember as a child listening to my father at the piano and my uncle sing a hymn that I later learned to sing: “Now I belong to Jesus, Jesus belongs to me, Not only for the time alone, but for eternity. ”
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